lunes, 25 de agosto de 2008

ABRIL DE 1987

De madrugada me despierta mi mamá. Hoy es un día muy especial ¡El Papa Juan Pablo II pasará por fuera de la casa! Muy ansiosa, sobre todo a los 5 años, me levanto de la cama y salto en la cama de mis abuelos, espero que el resto de la familia esté lista para partir a ver al Santo Padre. Muy temprano, nos instalamos, mi abuelita, mis tías y mi prima mayor, mi mamá y yo, esperamos detrás de unas cuerdas que están dispuestas para dejar libre el paso del Papamóvil. Toda la gente está muy emocionada y lleva unas banderitas del Vaticano, inconfundibles: blancas con amarillo, que revoloteaban entre las masas ansiosas por la llegada del Papa.

Es un día soleado, tibio y alegre -no podía ser de otra manera para esperar al Papa-. La gente se ve muy contenta y, por un instante, todo es paz en nuestro país. A lo lejos, por Camino a Melipilla, se avista un auto blanco, con una cubierta transparente. A medida que se acerca, lo vemos…¡Es un auto con un ángel blanco y luminoso en su interior, que irradia blancura y paz! La gente se sume en la emoción, y a pesar de lo rápido que pasó el Papamóvil, lo recuerdo bien, como si estuviera viendo una fotografía. La imagen de ese ente, que no cabe duda, era superior al resto de los mortales, dejó huella por donde pasó y por donde no, también. Veo su figura extraterrenal, intacta, limpia, nítida, con su mano elevada, que bendecía cada paso que andaba, cada partícula inerte, como también cada célula de nuestro cuerpo físico, y por sobre todo, espiritual.

Es triste imaginar que él murió, pero queda la sensación, para algunos, póstuma, para otros desde siempre, de que realmente un ser celestial estuvo con nosotros, en esta era, y visitó nuestro país. Nos acompañó y ayudó a sobrellevar los problemas de entonces…Unió países y naciones completas. Fue capaz de paralizar la vida por unos días y convertir momentos dolorosos, en paz. Quizás fue ahí cuando renovó de esperanza miles de corazones y mantuvo en pie a quienes sufrían. Como no catalogarlo de otra especie, por supuesto superior, si con sólo una mirada nos iluminó la vida. Como no recordarlo si caló hondo en nuestro corazón y vida.

Sin duda no todos los días por nuestros ojos, ocurren hechos benéficos y relevantes, y por esta razón, sin pensarlo dos veces, se ha convertido en la noticia más importante que pude haber vivido.

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